Existen muchos falsos mitos en el mundo del fitness y del deporte. Uno de ellos es cómo manejamos los días de descanso, es decir, aquellos en los que no entrenamos. Para muchos, el domingo es el día perfecto para parar la rutina deportiva y centrarse en otras actividades de ocio menos activas. ¿Pero pasarse el día tumbado en el sofá es lo que realmente necesitan nuestros músculos y articulaciones para recuperarse y seguir rindiendo el resto de la semana?
Parece que no. Este modelo, el del descanso pasivo que tenemos tan asumido e integrado y en el que abandonamos por completo la actividad, no resulta ser la vía más indicada para equilibrar nuestros entrenos. Más bien al contrario: lo que debemos hacer en estas jornadas de reposo es mantenernos activos, pero disminuyendo la intensidad del entreno o bien cambiando el tipo de actividad.
Eso significa que debes evitar la inactividad y aprovechar para practicar otro tipo de disciplinas más relajadas. Por ejemplo, puedes aprovechar para dar un largo paseo, una excursión en la montaña, practicar clases suaves de yoga, de pilates o de movilidad, salir a nadar al mar, dar un paseo en bici, hacer un calentamiento largo, salir a patinar, bailar, hacer tareas del hogar de forma vigorosa, etc.
Se trata de no parar la máquina de golpe y de aligerar el entreno con el fin de aportar un extra de oxígeno y de nutrientes a tu musculatura, además de mejorar la circulación sanguínea.
Aunque pueda parecer contradictorio, descansar haciendo ejercicio es lo que se ha demostrado que resulta más eficaz en los deportistas de élite. La idea es conseguir recuperarnos sin realizar grandes esfuerzos, y evitando irnos de un lado al otro de la balanza entrenando al límite y parándonos después por completo.
Gracias a lo que se conoce como Active Rest Day, conseguiremos:
El descanso es precisamente una de los pilares del entreno, y uno de los errores más frecuentes que solemos cometer. Aunque la constancia y la disciplina son básicas a la hora de mejorar el rendimiento y conseguir nuestros objetivos, el reposo tiene exactamente el mismo valor.
De hecho, está comprobado que el sueño influye directamente no solo en nuestra salud física sino también en nuestra salud mental y emocional. Si dormimos menos de siete horas al día, no estaremos dando tiempo suficiente a nuestro cuerpo para que regenere correctamente los tejidos y la musculatura ni para procesar todas las vivencias del día, con lo que nos sentiremos más cansados, disminuiremos el rendimiento y correremos más riesgo de lesiones. El impacto de dormir mal o de dormir demasiado poco es tan alto que, además de aumentar mucho nuestra fatiga, acaba repercutiendo en menos ganancia de músculo y en más acumulación de grasa. Es decir, en una peor composición corporal.
Se trata pues de una medicina gratuita que absolutamente todos los seres humanos debemos llevar a la práctica si queremos disfrutar de buena salud y de buena calidad de vida.
No lo olvides: la clave está en mantener una vida tan activa como sea posible, que incluya entrenos de distintas intensidades y exigencias varios días de la semana, un mínimo de siete horas de sueño diarias y uno o varios días de descanso activo. Si lo haces así, ¡conseguirás tu mejor versión, enfermarás menos y te sentirás mucho mejor!