Con la inminente llegada del verano nos vuelve a pasar por la cabeza aquella idea que tuvimos con el inicio de año y que, por algún motivo u otro, fuimos posponiendo hasta la fecha. Sí, hablamos de ese gran cometido, de ese constante propósito que nos reconcome la conciencia: la idea de comenzar a hacer deporte.
Durante esta época del año, los días son mucho más largos y nuestro cuerpo se reactiva de forma paulatina. A la necesidad de hacer deporte, se suma inevitablemente la de plantearnos unos hábitos saludables para hacer de nuestra vida algo mejor. Sin duda, cuidar de nuestro organismo y elaborar un buen plan para ponerse en forma, es un propósito formidable tanto para los que quieren comenzar ya con la operación bikini, como para las que sencillamente quieren sentirse mejor con en su propio cuerpo (y no, la elección de los determinantes no es fruto del azar ni de un error de tipografía: es hora de dejar atrás el cliché de que somos sólo las mujeres, o no deberíamos serlo, las que sentimos la necesidad de tonificar nuestro físico antes del verano).
Una de las dudas más compartidas cuando nos decidimos por iniciar una rutina de ejercicios, es la de si se debe realizar ejercicio antes o después de desayunar. Lo cierto es que se trata de un dilema ante el que se han presentado teorías muy contradictorias. Mientras que hace un tiempo se abogaba por los resultados “milagrosos” de hacer deporte en ayunas, otras teorías más recientes se posicionan en su lugar a favor de que ingerir algún alimento antes de una sesión de entrenamiento matutina nos ayudará a alcanzar un mejor rendimiento.
¿Por qué conviene comer antes de hacer deporte?
Según coinciden diversos nutricionistas, el problema de base que envuelve esta incógnita, es que pocos tienen en cuenta que el mundo del fitness se trata en realidad de un sector basado en condicionantes, y lo que resulta bueno para determinadas personas puede ser contraproducente para otras.
En efecto, no hay una respuesta correcta sobre si es más beneficioso hacer ejercicio antes o después del desayuno, ya que todo depende del objetivo y del deporte que se practica. Así, en términos de preparación y alimentación, no podemos considerar los mismos requisitos para la práctica de ejercicio regular a nivel amateur (pongamos, ejercitarse una hora al día, tres veces por semana, por ejemplo), que para un deportista profesional.